¿Qué pasa? Cuando morimos.
¿Qué pasa?
El problema de todo
este asunto es el concepto Yo, no es adecuado. No está bien, no es…. NO ES.
¿Cómo lo he olvidado?
¿Cuándo lo he olvidado?
El cuerpo para, de
célula en célula, pero el cerebro sigue alimentando las neuronas, pequeños rayos
como fuegos artificiales.
Ahora estoy aquí muy
ocupada recordando.
Recuerdo que cada átomo
de mi cuerpo se forjó en una estrella. Ésta materia, éste cuerpo es sobre todo
un espacio vacío… y la materia sólida? Es sólo energía que vibra muy despacio y
yo no existo; nunca lo he hecho.
Los electrones de mi
cuerpo se mezclan con los electrones del suelo que tengo debajo y con los del
aire que ya no respiro, y recuerdo que no tiene sentido donde acaba todo eso y
empiezo yo.
Recuerdo que soy energía; no memoria, ni un ser. Ni nombre, ni personalidad, ni selecciones llegaron después de mí. Yo estaba antes que eso, y estaré después. El resto son imágenes que he ido recopilando, son pequeños sueños impresos sobre mi moribundo cerebro. Y yo soy el rayo que salta entre medias, la energía que activa esas neuronas y… estoy regresando. Con solo recordar, estoy volviendo a casa. Es como una gota de agua que vuelve a caer en un océano y del que siempre ha formado parte.
Todo es, una parte. Somos una parte. Tú, yo, y mi madre, y mi padre, todos los
que ha existido. Cada planta, cada animal, cada átomo, cada estrella, cada
galaxia, todo.
Hay más galaxias que
granos de arena en una playa y a eso nos referimos cuando decimos Dios. Al todo.
El cosmos y sus infinitos sueños.
Somos el cosmos que
sueña consigo mismo. Es un sueño que creo que es mi vida siempre. Olvidaré esto,
siempre lo hago, siempre olvido mis sueños. Aunque ahora, en este segundo, en
este momento que recuerdo, en este instante lo comprendo todo de golpe. No hay
tiempo, no hay muerte; la vida es un sueño. Es un deseo pedido una y otra, y
otra, y otra, y otra vez hasta la eternidad. Y yo soy eso, lo soy todo. Soy todo.
Soy y soy.
Extracto de la
serie Misa de medianoche